The Humanities faculty is yours, his, hers, and ours. Let’s transform it then, into an active and dynamic space filled with participation and collaboration. Let’s modify the State and the Administration-fed attitudes of competition and anxiety, and replace them with cooperation, compassion, and youthful jubilation. As existing power structures have already started to crack and shown their anti-humanist agendas; so let today and tomorrow be filled with love and a call to action. Our academic spaces are under siege from the powerful, and must be reclaimed as tools for liberation. As humanists we can imagine and create all sorts of possible worlds. It is time to realize them.
We are occupying our faculty in order to find ourselves, to cast aside any attempt to separate and alienate us. Instead of this kind of death, we have decided to un-muzzle our mouths and let the world know that a new world has taken shape from our hearts. We are a multitude which thinks, reflects, and criticizes; a generation whose heartbeat is steeled by the shared interaction between the fist and a kiss.
This is not a call to defend the University, but to redefine it into something new: one that is horizontal and non-hierarchic, participatory and democratic. Our action is a call for diversity, to the plurality that defines our educational space. It is the whole of all the types of rich knowledge that contributes to new and different worlds, countries, cities, multitudes, and spaces. Such a colorful melody of difference and respect, solidarity and love, echoes along the halls of our faculty.
We are the children of crisis and marginalization, of an economic system that represses and plunders. We are the descendants of a political system that condemns participation and decides unilaterally, from the top down. But we are also the heirs of a long tradition of people that blazed a path for those rights that we now enjoy, that paid with sweat and blood for those benefits that face annihilation today. Therefore, we are retaking the UPR, so that those that follow tomorrow possess what we have endeavored to build: a multiplicity of knowledge, of perspectives that allow us to think freely in the world we live in, and the world we choose to create.
The fiscal fetish shared by the State and the university’s administration conceives education as a production line of consumer goods. As it seems that the humanities do not offer this, they are targeted for gradual elimination. What the humanities do provide, and they choose to ignore, is the opportunity to be critical, to reflect and question, to give shape to worlds of sounds, of color, performances and of the written word, distinct from our own. Education cannot be seen through capital’s narrow gaze or the market’s whims. Such an education merely reproduces docile subjects and uncritical automatons. Let us smash the machine!
We propose a liberating and edifying education that generates autonomous and critical minds, in a collaborative bond between professor and student. We want an education where everyone involved participates as those who teach and those who learn. Yet let us not confuse these verbs with the assigned roles of teacher and student, for they apply to everyone. Such an education by definition must include marginalized communities as subjects of study: immigrants, people of the LGBTQ community, women, men, old and young. In order to achieve this participatory and democratic education, we must build strong ties of solidarity between study and its subjects.
Solidarity is not built vertically, from the top down, but sideways. Embrace the one next to you and whisper into his or her ear that you affirm their existence, and that you will not abandon him or her. Let us intertwine our bodies as roots in a fertile soil that will bear the fruit of imagination and change. Paint our arms with landscapes of dignity and respect. Don’t just worry and stand by, occupy!
La Facultad de Humanidades es tuya, es de él, de ella, en fines nuestra. Transformémosla en un espacio activo y dinámico de participación y colaboración. Modifiquemos la competencia y la ansiedad que el Estado y la administración fomentan, por la cooperación, la compasión y la alegría de la juventud. Las estructuras de poder comienzan amostrar sus fisuras y sus metas anti-humanísticas; hoy y mañana serán días intensos de acción y de amor. Nuestras disciplinas peligran en las manos de los poderosos, re-tomémoslas como herramientas de liberación. Como humanistas podemos crear e imaginar mundos alternos, paralelo y posibles. Es tiempo ya de hacerlos realidad.
Ocupamos nuestra facultad para encontrarnos, para hacer a un lado todo intento de distanciarnos, de separarnos. Hemos decidido no morir sino destaparnuestras bocas para dejar saber que un mundo nuevo nació en nuestros corazones. Somos una multitud que piensa, reflexiona y critica, una generación cuyo palpitar se arma por la interacción comprometida de un puño y un beso.
Esto no es una defensa de la Universidad, es una resignificación de la universidad: aquella que es horizontal, no jerárquica, participativa y democrática. Nuestra acción es un canto a la diversidad, a la pluralidad que constituye nuestro espacio educativo. Es un aria sobre los variados y ricos saberes que contribuyen a un mundo, un país, una ciudad, una multitud y un espacio diferente. La colorida melodía de la diferencia y el respeto, de la solidaridad y el amor, se hacen eco en los largos pasillos de nuestra facultad.
Somos hijas e hijos de la crisis y la marginalización, de un sistema económico que reprime y saquea. Somos descendientes de un sistema político que condena la participación y que decide de arriba hacia abajo. Pero también somos herederos de una larga tradición de personas que abrieron camino para que los de hoy tengamos los derechos que tenemos, de multitudes que pagaron con sudor y sangre los beneficios que hoy nos quieren arrancar. Por ello re-tomamos la iupi y nuestra facultad, para que las y los de mañana tengan lo que hoy construimos: una multiplicidad de saberes, de perspectivas que les permitan analizar críticamente el mundo en el que viven y el mundo que pueden crear.
El fetiche numérico del Estado y la administración concibe la educación como una planta de producción de objetos de consumo. Como las humanidades no o frecen ésto, buscan eliminarlas poco a poco. Lo que sí provee y ellos no valoran es la oportunidad de ser críticos, de reflexionar y cuestionar, de concebir mundos sonoros, pinto rescos, performativos y letrados distintos al que tenemos. La educación no puede ser analizad por medio del lente de los vaivenes del mercado y los caprichos de la inversión capital. Ese tipo de educación solo genera sujetos dó ciles e irreflexivos como autómatas mecanizados. ¡Rompamos la máquina!
Proponemos una educación digna y liberadora que genera mentes reflexivas y autónomas, una educación colaborativa entre profesores y estudiantes. Queremos una educación en la que participemos todos los sectores envueltos: los que enseñan y los que aprenden. No confundamos estos verbos con las identidades de profesor y estudiante, estos verbos apuntan a todos los sujetos envueltos porque el profesorado tanto enseña como aprende y de igual forma sucede con el estudiantado. Este tipo de educación conlleva la inclusión de subjetividades marginadas en los sujetos de estudio: inmigrantes, personas de la comunidad GLBTT, mujeres, hombres, viejos y jóvenes. Para lograr este tipo de educación participativa y democratizante construimos lazos de solidaridad entre saberes y entre sujetos.
La solidaridad no se construye de arriba hacia abajo sino hacia los lados. Abraza a quien tengas a tu lado y dile al oído que sabes que ella o él existe y que no le dejarás sola o solo. Enredemos nuestros cuerpos como raíces en un rico suelo cuyo fruto es la imaginación y el cambio. Pintemos nuestros brazos con paisajes de dignidad y respeto.
¡No te preocupes, ocúpa(te)!